A veces me pregunto de dónde las saco, pero aquí están... de nuevo han
venido a visitarme. Un nuevo ciclo empezó el viernes y éste, como todos, lo
pintaré diferente a los anteriores.
Cuando empecé esta búsqueda lo cogí con tantas ganas que a los pocos meses comencé con las gráficas de las tempes, anotaba cada día sensaciones, lo que me tomaba, lo que no...Cada cosa fuera de lo normal iba directa a ese diario de "voy a ser mamá este mes". El último que lo hice fue el mes que me quedé de los gemelos. Me gustaba ese registro. Mi vida es ordenada y siempre me he sentido cómoda con horarios y plannings. Era una forma de sentir que todo estaba bajo control (jajajajajaja). En unos meses aprendí a conocer a la perfección mi cuerpo, tanto que ya no me hacen falta test de ovulación para conocer el día exacto que mi ovulín explota del folículo, ni estar pendiente de la clara de huevo, ni de posiciones de cérvix; pero en esto no me siento especial, sé que todas somos más autoginecólogas que el médico que nos mira.
A partir del legrado lo dejé, pensé en deshacerme del control un tiempo. Suelo repetirme la frase "si sigues haciendo lo que estás haciendo, seguirás consiguiendo lo que estás consiguiendo", así que había que cambiar de estrategia. Llevar todo anotado en una especie de diario, levantarme por la mañana y medir mi temperatura, tomarme puntualmente cada pastilla, no había servido de nada. Así que desde Abril hago como la mayoría de las buscadoras no obsesivas, hago el amor y espero :), pero así tampoco funcionó. En el último aborto nunca llegué a ver las dos rayas rosas. Cuando llegó mi primera falta y estaba toda llena de síntomas me limité a esperar... Las sensaciones eran claras, pero pensé que si nunca llegaba a ver mi positivo el destino no me castigaría quitándomelo. Era como si no me atreviera a respirar para que ese algo que conspira en mi contra no se acordara de que existo y esta vez me dejara estar. Esto no va conmigo, esto no va conmigo, me repetía. A los 15 días empecé a manchar. Llegó sin avisar, sin un dolor ni nada que me hiciera intuir que algo no marchaba bien. Simplemente comencé a manchar. Cuando lo vi me sonó de nuevo el alma rompiéndose como una hoja de papel. Minutos antes me había dormido la siesta y había soñado con una enorme barriga que salía de mí. Cuando desperté estaba sudando en el sofá abrazándome la tripa. ¡¡Qué feliz!! Me limpié en el baño, me incorporé y me miré en el espejo. Esta vez sólo una lágrima se me escapó de los ojos. Veloz corrió por mis mejillas y terminó en la boca. Llamé a papá pirata, y sólo le dije: Se acabó. Hubo un silencio y de fondo otra vez ese sonido de folios rotos. Fue rápido, no podía permitirme más derrumbes, ya soy un escombro. Como estoy cansada de esperas en urgencias y reconocimientos de ginecólogas insensibles que me tratan como una loca, porque lloro por lo que ellas ven como celulitas que no han llegado a crecer, simplemente dejé al cuerpo hacer. Estuve tres días manchando mucho y se fue. Una semana después seguía teniendo síntomas. Mis pechos continuaban hinchados y un malestar general me tenía secuestrada la mayor parte del día. Durante esa semana soñaba que aún seguía ahí, esas cosas pasan, me repetía, ¿por qué no me puede pasar a mí? Todas hemos escuchado historias de chicas que tienen la regla estando embarazadas y que hasta que no les crece la barriga no se enteran que lo están. Soñaba que mi garbancito estaba bien agarrado esta vez y que la marea roja no había podido con él. Pero siempre despierto del sueño.
Cuando fui al ginecólogo, después de que pasara todo me dijo que no volviera hacerlo. Que tengo que ser rápida y en cuanto tenga un SI empezaremos con la heparina. Él no lo entiende, pero yo tenía que intentarlo, tengo que intentarlo todo. Este es mi segundo ciclo después de ese “no positivo”, y me siento en la casilla de salida otra vez, después de haber caído en la cárcel 5 veces seguidas y haber retrocedido una y otra vez hasta la posición 1. Pero aquí estoy, lista y preparada. Volveré a mi orden obsesivo (me sienta bien engañarme que lo tengo todo controlado), a mis tablas, a mi “semana fantástica”… Tarde o temprano esto va a funcionar, me lo dice el corazón. No sé de qué depende, nadie lo sabe, pero sé que alguno se quedará con nosotros.
No le pido más a la vida, que algún día me despierte del sueño sólo cuando tenga en mis manos la pala y este cavando hondo en el sitio exacto de la isla del tesoro.